miércoles, 12 de octubre de 2016

El desplazamiento aleatorio de la psiquis Sobre la muestra “Hoy recordé algo que había olvidado” de Diego de Adúriz en Embrujo (junio-julio, Rosario, 2016). por Daiana Henderson

El pasado sábado 4 de junio se inauguró la muestra “Hoy recordé algo que había olvidado” de Diego De Adúriz(Buenos Aires, 1977) en el espacio de arte Embrujo, ubicado en la Galería Dominicis de Corrientes y Catamarca. Es la segunda muestra individual del artista en Rosario, radicado en la ciudad desde fines del 2014.
Si en un sentido general la idea de “muestra” puede definirse como la selección de elementos pertenecientes a un conjunto mayor que resulte de algún modo representativa de la totalidad de la que proviene, “Hoy recordé algo que había olvidado” sería, precisamente, una anti-muestra. En primer lugar porque “lo mostrado” no es un recorte mínimo de una obra cuya continuación es imaginada por el espectador, sino que al visitarla se tiene la sensación de estar ante una completud. En segundo lugar porque, al contrario de la experiencia convencional de museo, es decir, del cuadro sobre una pared blanca, despojado de todo elemento distractivo —único foco de atención y centro de información— la muestra de DDA (como gusta firmar sus creaciones) está plagada de interrupciones tanto “intratextuales” como “intertextuales”.
La cantidad y variedad de técnicas, colores, materiales y lenguajes utilizados conforman un universo saturado e inabordable. Pasan muchas cosas al interior de las piezas: hay diálogos y alfabetos figurativos, paisajes lisérgicos y rastros de intimidad, naturaleza y urbanismo, seres mitológicos que conviven con íconos de la cultura popular, dibujos que se entrelazan con poemas. Ayudados por una gracia cercana a la del humor gráfico, los elementos de los paisajes psicodélicos de DDA se autopronuncian con etiquetas: el dibujo de una flor de ojos felinos se acompaña por la palabra “flor”, un sol por la palabra “sol”, y así prosiguen un “gato”, “bosque”, “camino”, “nube”, “cielo”, hasta que vemos la figura de un pájaro señalada por la palabra “avión”, lo que genera un desfasaje repentino en la clave de lectura de la obra. Este mecanismo resulta simbólico de los procedimientos creativos de DDA, que parecieran no repetirse nunca, como si cada pieza estuviera creada de cero, estableciera su propio cánon y no precisara siquiera dialogar con sus compañeras.
Cada una de las piezas tiene elementos suficientes para pasarse toda una tarde descubriendo en su interior elementos aparentemente insignificantes, escondidos, absurdos: guiños, números, nombres, direcciones de email, anotaciones metarreferenciales del tipo “Borrador” u “Hoja para no ensuciar los dibujos p.o.s.t.a.”, líneas de diálogo en las que los personajes hablan, (“No soy un fantasma”, aclara uno). Materialmente la (anti)muestra se desparrama en papeles con dibujos, pinturas y collages de colores intensos y fluorescentes que cubren la totalidad de las paredes, desde el suelo hasta el techo, y también se cuelan estampitas, figuritas coleccionables, stickers, folletos, reglas, naipes y un infinito etcétera que conforman un universo a la vez vasto e íntimo como podría ser, por ejemplo, la habitación de un adolescente donde se despliega toda una iconografía personal.
La primera pregunta que surge es: ¿Cómo una misma persona puede haber hecho todas estas obras? Y la segunda: ¿En qué momento? Sería un error acudir a la muestra pidiéndole explicaciones. El único vector para recorrerla es el del capricho y el de la intuición, el del desplazamiento subjetivo y aleatorio de la psiquis, que es siempre distinto. En una “autoentrevista” que el artista publicó en su Facebook personal se pregunta por el significado del título “Hoy recordé algo que había olvidado” a lo que él mismo se responde acerca del extrañamiento que le produce volver a ver ciertas obras y no recordar haberlas realizado “en el sentido de que muchos de esos trabajos pienso que son de una gran hechura, tienen buena mano y eso me sorprende y me llena de satisfacción” (…) “pero también —sigue más abajo— ‘recordar’ en este caso lo uso a la manera que manifestara alguna vez [George Ivánovich] Gurdjieff respecto al así llamado ‘recuerdo de sí’: un momento de autoconsciencia, de supuesta  ‘lucidez’ ”.de.Otra de las tantas piezas de la muestra es un listado del que se desprenden las posibilidades infinitamente potenciales a las que la sigla “DDA” podría referirse. Es que en la realización de cada una de las obras cuyos procesos creativos parecen ser, en gran medida, incontrolados se define no sólo la elección por una exploración expresiva en constante deformación sino también la búsqueda de una afirmación del sí mismo. Es entonces que las iniciales “DDA” son, por un lado, un sello mediante el cual el espectador reconoce al autor y, por otro, la huella que el artista se deja a sí mismo para que en un futuro pueda volver “a recordarse”.



martes, 19 de julio de 2016

OBRAS AZULES

una selección de pinturas y dibujos que hice recientemente en colores azules












ARTEBA

ESTE AÑO ESTARÉ PRESENTE CON LA GALERÍA #MITE EN LA EDICIÓN NÚMERO 25 DE #ARTEBA 

viernes, 27 de noviembre de 2015

C^A^M^P^O^D^E^F^U^E^R^Z^A

nueva muestra en Mite !  se puede visitar de martes a viernes de 15 a 20 hs.
la galería queda en Santa Fe 2729, primer piso.
hasta mediados de febrero de 2016
^___^
http://www.mitegaleria.com.ar/


RECOBRANDO LA MAGIA-nota de Beatriz Vignoli en Página/12 sobre la muestra " Duendero"

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/12-50656-2015-08-18.html

El artista bonaerense no dialoga explícitamente con tendencias canónicas. En sus piezas más logradas consigue recobrar para el arte contemporáneo el poder mágico del signo y el trazo. Lo más sólido de su obra es el dibujo.
 Por Beatriz Vignoli

Ciertas imágenes recurrentes en la obra gráfica de Diego de Adúriz (Buenos Aires, 1977) provienen de toda una heterotopía de símbolos místicos: los siete colores del arco iris, los nombres de las 7 notas musicales, el número 7 repetido; pirámides, templos, soles, cruces, alas de ángeles, personajes con los brazos en alto (los orantes de la iconología de algunos pueblos originarios), a la que suma símbolos personales: gatos, ojos que se multiplican unidos por los párpados. El viernes, de Adúriz vino a Rosario a inaugurar una exposición individual de dibujos, Duendero, que puede visitarse en el espacio Richieri (Richieri 452) de martes a viernes de 16 a 19.
A diferencia de mucho del arte contemporáneo que suele verse desde hace 15 años en los museos rosarinos, Diego de Adúriz no es un artista que dialogue explícitamente con tendencias canónicas. Su estética y procedimientos se nutren de fuentes pop como la ciencia ficción para chicos (desde La guerra de las galaxias hasta los videojuegos, pasando por ese realismo mágico socialmente aceptado que es el animé japonés) o vienen a alterar los modales de las redes virtuales; por ejemplo, mostrándose feo en Facebook. Más cool kitsch, imposible, de Adúriz ha incursionado en los más diversos formatos: moda, vestuarios para bandas de rock, máscaras, collage digital, acciones en vivo, capturas de pantalla y autoedición de poesía.
Pero lo más sólido de su obra es el dibujo. Y allí no es nada minimalista: su línea, tan proliferante como concisa, inventa seres sobre la marcha. Duendero, su serie de dibujos de duendes, se funda en la inquietante sospecha sobre el lenguaje como dador de ser que la modernidad no cesa de tratar de reprimir: dibujar un duende es hacerlo existir. Después hay que vivir con él, hacerle lugar. La línea opera aquí como pulsión invocante. Lo que se invoca es algo que aún no está del todo pero podría advenir: aquí, ser es ser dibujado. Las obras provienen de un rincón de su taller al que de Adúriz llama su "cubil".
Cabe advertir que la magia no siempre funciona y el peligro del estereotipo infantilista acecha (y acomete) a la vuelta del crayon. Pero el color se exalta y gana por amor. Le preceden vanguardistas como Xul Solar, neovanguardistas como Jean Basquiat (elementos de cuyas iconografías cita en sus obras) o, más acá nomás, la también polifacética Fernanda Laguna. O Guillermo Iuso, quien también incluye extensamente el texto manuscrito en sus dibujos. O todo el art brut, raw art u outsider art, el arte de los no reconocidos como artistas. Ecos del ensayo estético esotérico De lo espiritual en el arte, de Kandinsky, como también cierta mitología moderna materialista sobre el origen rupestre del dibujo como cacería mágica (véase Arnold Hauser), alientan sin conflictos en esta renovada fe en el poder del trazo.
Miembro tardío de aquella extraña refinería creativa que fue la galería Belleza y Felicidad hasta mediados de la década pasada, de Adúriz siguió exponiendo por la veta de sus sucesivos avatares (Appetite, Sapo y actualmente, Mite) y en las grandes ferias de arte. Pertenece a una generación afortunada, la de los artistas que no necesitan pelear obra tras obra su cualidad de tales porque ya no hay una ortodoxia estética que acatar so pena de caer en la herejía de la no artisticidad. El mundo del arte actual se parece al mundo actual en general: se entra o no, de una vez y para siempre. Y una vez adentro, la libertad estética es tan amplia que nada se pierde al comportarse (en la obra, vale aclarar) como si uno estuviera afuera. Mejor así.
Famoso por sus acrobáticas performances (hubo una en Londres, en 2008), de Adúriz es uno de los pocos que pueden jactarse de haber realizado una obra en colaboración con un animal. Uno de los doce dibujos al pastel que expone en Richieri parece quemado, o roto en un exceso de apasionamiento gráfico o simple furia. La historia detrás de las heridas del papel es todavía más interesante: su autora fue una perra llamada Santa. Encontrarse con el dibujo parcialmente destruido (se lo ocultaron al principio, cuenta) lo llevó a replantearse la destrucción como realización, a pura técnica de literal garra y diente. Rehizo entonces el dibujo sumando figuras animales y pequeñas deidades iracundas. Una de ellas lleva el texto "Perra Santa" y funciona como firma de su imprevista socia. Detalle biográfico: la intervención canina coincidió con un problema de salud transitorio del autor humano. Esto permitiría quizás interpretar el dibujo vulnerado como huella de la propia vulnerabilidad, aunque este modo antropocéntrico de mirar la obra huele, apesta más bien, a crítica al viejo estilo. Una lectura más del siglo XXI es admitir lo casual como un encuentro, en la vena del reactualizado concepto de sincronicidad.
En sus piezas más logradas, de Adúriz consigue recobrar para el arte contemporáneo el poder mágico del signo y el trazo. Al igual que otros internautas inquietos de hoy, encontró información sobre magia esotérica moderna y urbana, a la que algunos de sus practicantes llaman magick (con k) o magia del caos. De allí toma algunos iconos particulares (el ocho en zig zag, el pentáculo) pero más que nada una idea general del diseño como una configuración de trazos fuertemente reales y capaces, por la elegancia geométrica de su composición, de grabarse en el subconsciente del espectador.
Una vez más, como cuando Antonin Artaud descubrió el teatro balinés (encuentro cuyos efectos Artaud desarrolla en su ensayo El teatro y su doble), la magia vino a enseñarle al arte una lección a menudo olvidada: la de que una línea en un dibujo no opera eficientemente como soporte de significación en algún código simbólico sin funcionar a la vez eficazmente como condensación de goce en lo real. De ahí la insistencia, la superposición, el barroquismo del palimpsesto por el cual un ojo triple puede ser a la vez un triángulo (más allá del arte sacro católico) o un paisaje traslucirse en el rostro de un animal. Los mejores dibujos de DDA (como gusta firmar) son aquellos donde sentido y significación del pictograma se hacen uno, aunados en la convicción (¿genuina o teatral?) del artista de estar abriendo con su dibujo un "portal" a mundos legendarios. Diego de Adúriz participó en la Beca Kuitca y colaboró con Roberto Jacoby en Darkroom 3. Más sobre su obra en http://www.boladenieve.org.ar/en/artista/106/de﷓aduriz﷓diego.

miércoles, 15 de octubre de 2014

23 CASAS MAGNÉTICAS / Diego de Aduriz




La velocidad de la luz es la velocidad de la verdad
(Orfeo Angelucci)

DIEGO DE ADURIZ (1977) es un artista autodidacta multipropósito. Trabaja
de forma aleatoria con pinturas, dibujos, collages, murales, instalaciones,
performances, máscaras, fanzines, libros-objetos, publicaciones virtuales,
lecturas de poesía, diseño de indumentaria, desfiles, experimentación del
lenguaje digital e investigación de canales de comunicación. Definir el
contenido de su obra bajo las formas comunes establecidas por el arte es un
problema, pues con ella enfrenta todo lo que encuentra en su camino: quiero
que lo que hago me ayude a conocer el mundo. (1) Tal como lo haría un
extraterrestre venido del sol, jugando hábilmente con los misterios de la
magia, plantándose ante las formas y el color como los antiguos maestros del
renacimiento, pero con la sabiduría de alguien que concentra el saber de
todas las religiones, su trabajo es una forma de vida. Realmente. Lo he visto,
somos amigos. En él todo es arte.


AUTODIDACTA + DO IT YOUR SELF + MAS ES MAS
¿Qué es para vos el arte?
No puedo decir nada convincente,
sólo que para mí es una manera de vivir,
no conozco otra. (2)

Definir su obra corre el riesgo de insertar párrafos infinitos. Diego, por cierto,
trabaja encarándolo, el vertiginoso infinito, así es que podría gustarle que
escribiera sin editar todos los temas que investiga: la complejidad de las
formas geométricas, su simplicidad, las vibraciones del color, los efectos de
la invocación por símbolos, los misterios de los números, el orden de arriba,
los lenguajes primitivos, los personajes de televisión, la cultura popular, las
religiones, el misticismo, el orden de abajo, la magia, las ciencias ocultas, las
posibilidades del futuro, las modificaciones tecnológicas, la narrativa pictórica,
la repetición, la oscuridad, los códigos cibernéticos, las ventanas flotantes, la
concepción del tiempo, la luz, el caos, los ángeles, fotolog, facebook, twitter,
etcétera.

¿Editar o no editar?
Aunque al observar su trabajo uno puede imaginarse a un científico loco
jugando con las conexiones de los cables de un artefacto de comunicación
para ver qué sucede en los canales sensoriales de sus espectadores, lo
cierto es que Diego se preocupa de cada detalle de su obra. Si ésta le parece
caótica, es porque usted (al igual que casi todos los hombres comunes)
piensa pensamientos sólo con la cabeza. Diego, al contrario, lo hace con todo
lo que es. Una vez me dijo que pintaba con todas las partes de su cuerpo, en
conjunto, al mismo tiempo, aunque también podría hacerlo en forma
randomizada, tal como se vayan presentando, puestas al servicio del arte.
Manos, pies, pija, orina, semen. Si lo observaran trabajar (para ir a su taller
requieren previa invitación, pero él es una persona amable) notarían que si
digo trabajo no uso una metáfora. Para él, el arte nunca se detiene.
Ciertamente, más que un modo de pensar o la disciplina de una técnica, su
trabajo revela un estado de conciencia próximo a la meditación. Una nueva
eso sí, la que él inventó. Basta verlo explicar su obra: de cabeza, manos en el
piso, haciendo lo que en mi país llamamos la posición invertida, percibiendo
al revés – ¿o al derecho?– el mundo, realizando figuras geométricas con su
cuerpo, poniendo en juego literalmente que como es arriba es abajo y como
es abajo es arriba.

La versatilidad de sus técnicas incorporan una investigación en las
modificaciones del efecto del mensaje, siendo éste, muchas veces, casi
siempre, el material mismo que lo transporta. Porque si la luz es oscuridad,
tendremos que experimentar lo que nos ocurre al exponernos a sus
vibraciones en un cuarto oscuro. Porque una misma imagen se imprime de
modos distintos en la retina si ésta se invierte en una secuencia rítmica de
positivos y negativos. Porque a él le interesa saberlo, se lo propuso, se le
impuso, porque la creación siguió ese curso, porque la recurrencia invita a la
ocurrencia, porque lo mismo no es siempre igual, porque veremos qué
pasa si es así. La cuestión es sencilla: los elementos se pueden cortar,
pegar, cambiar, alterar e invertir en sus valores (operaciones básicas que
ocupa en su trabajo) para investigar sus efectos bajo la lógica de (como él
mismo dice) no descartar ninguna posibilidad.

Como sea, cualquiera sea la técnica, en cada una de sus exposiciones, el
espectador se enfrenta al entrecruzamiento experimental de estímulos
irrepetibles. Lo que Diego hace, lo que tiene que ver con él mismo, su arte,
todas sus muestras, siempre tienen ese sentido performático experimental
completamente razonado a la velocidad de la luz. No importa si es dibujo o
una lectura de poesía. Por ejemplo, su última muestra (12345 | Galería Miau
Miau | Marzo, 2011) duró sólo cinco días. ¿Y después? Le preguntaba un
muchacho. ¿Después? Después a otra cosa, le respondía Diego, quien
siempre va un paso adelante que todos nosotros.

A título personal, recuerdo que mirando un cuadro de él, llegué a percibir
como uno de los personajes que tocaba una flauta –un ser hipnótico, medio
dulce, pero diabólico– en efecto lo hacía. Con ruido real, después de girar
tres veces por el circuito de la sala, cuál invocación mágica propuesta por el
montaje y el número tres, observando atónito el modo en que los repliegues
de las telas se extendían para ir mostrando distintas dimensiones que me
alejaban de la realidad, pero que me acercaban a lo real de su trabajo.
¿Cuáles podrían ser algunas imágenes que representen tus composiciones?
Mis composiciones representan lo real, una orquesta entre dimensiones. (3)

No sé si él lo sabe, seguramente sí, siempre sabe más de lo que dice, pero la
cuestión es así: en sus muestras el espectador termina expuesto a los
curiosos estados mentales que genera el ataque de miles de estímulos
sensoriales. Sus obras están impresas en variados planos y estados de
conciencia, como una representación del ALEPH donde se puede ver el
punto en que lo más mínimo se abre hacia las múltiples dimensiones del
infinito. Ya lo decía, es un problema que él investiga. O de un modo más
simple, aunque no por eso menos complejo, tener la experiencia de abrir
cada uno de los enlaces de una página en el mundo virtual, hasta enfrentarse
de cara al problema de la parada de Alan Turing.


¿Qué rasgos definen tus obras?
Un elemento recurrente es la narración.
Me interesa contar varias historias en paralelo en una pieza,
sea mural, una pintura o un collage.
Muchas veces surgen cuentos dentro de cuentos sin que sea consciente,
sin pensar demasiado.

¿De qué modo surgen los relieves y las capas que se superponen en tus collages?
Creo que aparecen porque estoy empapado de internet, con las distintas ventanas
que se abren al mismo tiempo.
En mis obras paso el lenguaje digital a un lenguaje pictórico.

¿El color es el protagonista de tus obras?
A veces hago cosas monocromáticas, pero siempre vuelvo a la explosión de color.
Es lo que más me gusta hacer y me identifican con eso.
Si en mis obras te sustraes del relato, sólo ves vibración de color. (4)
Me nutro de todo.


GOTITA ELECTRÓNICA (Nicolás) ¿La gotita azul tiene poderes telepáticos?
Son como la gotitas psicodélicas del ritmo. (Diego) Las gotitas electrónicas
tienen muchos poderes, aun no del todo conocidos o descubiertos. (5) Quizás
fue efecto de este breve comentario que una vez hice en sus imágenes, pero
antes de conocerlo –me pasa a menudo, si leen este blog lo sabrán– lo
conocí en mis sueños. Me visitó una noche antes que fuéramos amigos. De
cara a la disposición de un antiguo espíritu que insiste en relacionarse
conmigo por medio de formas inusuales, el sueño proponía la cadena del 23.
Tengo una vieja historia con ese número, un recorrido que suelo denominar
bajo el nombre de 23 Casas Magnéticas. Diego ha dialogado paralelamente
con las sinuosidades del número 23 hace años. De ese modo, en la
conjunción de ambas cosas, su aparición en sueños me sorprendió como un
enigma cabalístico que me propongo exponer para transmitir con más fuerza
las particularidades que percibo en su trabajo, manteniendo al margen los
misterios que sostienen hasta la actualidad nuestra amistad y nuestra
relación con aquel número.
Habrá que ver qué es lo que implica comenzar un diálogo con los números. (6)

23 33 3 1977 7 11 777

Quienes no han tenido la suerte de hablar personalmente con él o de conocer
su trabajo previo en Buenos Aires, deben saber que en el año 2002 organizó
junto a Manuel Brandazza –con quien por cuatro años mantuvo la marca de
ropa BRANDAZZA DE ADURIZ y luego SEP7IMO– la fiesta VIVA 23! en las
instalaciones del Parque de la Ciudad. El lugar, un parque de diversiones, fue
edificado a principios de los años ochenta como un atractivo que extendía
sus brazos desde los suburbios de zona sur hacia todo Buenos Aires. Ameba
de fantasía, construido por un grupo de arquitectos con ideas extravagantes,
que sigue ostentando el punto más alto de la ciudad, una torre espacial en la
zona del parque destinada al futuro, se trata de una zona marcada por una
extraña geometría, centralizado su organización por una estrella de ocho
puntas grabada en el piso de la entrada por un trabajo de mosaicos. Es un
lugar particular. Diego, quien me ha enseñado en detalle todas estas
características, también otras, en tertulias de sobremesa, así lo piensa. Y lo
interesante para este escrito, es que ante la oscuridad de los misterios, en
lugar de petrificarse, le pareció propicio organizar una gran fiesta bajo el
número 23 y pedir por lugares físicos que a otros les parecía imposibles.

23

/BAILAMOS HASTA SER
/UNA NAVE DE TERROR
/DESPUÉS SOÑAMOS
/QUE TODO ERA REAL
/DESPUÉS DESPERTAMOS
/QUE TODO ERA REAL
(7)

Frente a estas narraciones, tras mi primera extrañeza, el curso de los
acontecimientos me situó nuevamente en la casualidad sincrónica. Un día de
tormenta, caminando con mi paraguas, antes de ser amigos, antes de
siquiera conocerlo, pero después de haberlo visto en mis sueños, nos
volvimos a cruzar en la calle. No hablamos ninguna palabra, sólo nos
miramos, quizás hablamos en silencio, pero me sorprendí cuando conocí su
particular sensibilidad hacia los paraguas, objetos recurrentes en su obra,
como los moños con moños o las sillas antropomórficas. Los objetos
modifican a quienes los llevan, me explicaba. ¡¿Será posible que mi paraguas
convocara algo de esa noche?! A pesar de mi pensamiento analítico,
sospecho que es probable. Para dar por sentada la cuestión, debo comunicar
que otra noche, cuando algo en el ambiente me comunicó que saliera a
caminar con un báculo de madera que él había guardado en mi casa (una
rama perfecta que se encontró sobresaliendo de un basurero-paragüero)
volvimos a tropezar por ¡¿azar?! Ya no lo sé. Egipto parece una causa más
probable.

Llevo un leño, sí.
¿Te parece gracioso?
No lo es para mí.
Tras todas las cosas hay razones,
razones que pueden explicar incluso lo absurdo.
¿Tenemos el tiempo para aprender las razones
que guían los comportamientos de los seres humanos?
Pienso que no.
Algunos se toman el tiempo.
¿Son aquellos que llamamos detectives?
Observa.
Y mira lo que la vida enseña.
(8)

Diego, no me cabe duda, sostiene un diálogo con los misterios. Pienso que
por efecto de su trabajo sintoniza frecuencias alternativas –como los sueños,
pero hay muchas más– que usa a favor de su experimentación artística.
Cuestiones ancestrales, primitivas, cibernéticas e informáticas, se mezclan
para crear un lenguaje completamente nuevo, uno que (a pesar que todavía
no tiene nombre) él es el autor. Un lenguaje cercano al que proponen los
elementos más simples de la materia. Un lenguaje que en sus obras aparece
como un gesto que invita a percibir el complejo mundo por el cuál transita: un
mundo completamente maravilloso y único. No por nada, otro de los sueños
que tuve con él, decisivo para terminar de entender algunas cosas, me
mostró un mensaje de celular codificado en un lenguaje creado con líneas
geométricas, jeroglíficos, números, emoticones de messenger, dígitos de
fotolog, entre otros elementos conocidos, desconocidos y aun por conocer.
Letras, que sin haber visto nunca, sin saber cómo pronunciar, con una
gramática que alteraba las reglas sintácticas, podía leer fácilmente mientras
dormía.

A propósito de su inventiva, leía en un artículo de prensa que han comparado
su trabajo con el de Xul Solar. A mi también me lo parece, como han dicho,
por las características formales de su trabajo, su personalidad e intereses,
pero tendría que agregar que en él -al igual que en Xul Solar- veo la
gestación pictórica e inédita de un lenguaje como la panlengua y el neocriollo.
En ese sentido, si bien a muchos les parece extraña su obsesión con las
páginas sociales de internet, para mí es uno de los ejes centrales de su obra.
He ahí que gesta la posibilidad de un nuevo código y signos que reelaboran
problemas ligados a la luz, los estratos, la inmediatez y el infinito. Diego
investiga hace años aquellos temas para ayudarnos a construir un nuevo
lenguaje.

^_^


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CONECTAR EL DIABLO ME OBLIGO DESCONECTAR
Post-data.-
¿Mencioné que la primera vez que fuimos a comer a la pizzería de la esquina
de casa, bajo el puente pacífico, en lo que llamo el triángulo de las bermudas,
nos llegó una cuenta que sumaba 23 pesos? Diego la guardó.


Referencias.-

(1) Gainza, M. De un mundo a otro. Sumplemento Radar. Diario Página 12.
11 de Diciembre, 2005 (2) BK MAG Staff. Ensueños de Diego de Aduriz. BKM
MAG (Revista en línea) Diciembre, 2010 (3) Ídem. (4) Florencia,
M. Narraciones extraordinarias. Revista G7. Marzo, 2011. (5) Diálogo de
facebook. (6) Moreno, S. 23: el misterio continúa. Diario la nación. 15 de
Julio, 2003. (7) De Aduriz, D. El diablo me obligó. Editorial
COPODEAZUCAR. (8) Introducción de Log Lady al capítulo píloto de Twin
Peaks.



Nicolás Isla
Buenos Aires
Abril 2011

viernes, 1 de agosto de 2014

ya salió a la luz el nuevo libro-poema "3 SEXOS" x Diego de Aduriz , de ediciones Belleza y Felicidad!!!!!!!



el librito se puede conseguir en
AGATHA COSTURE Gurruchaga 301

LA INTERNACIONAL ARGENTINA Padilla 865
PURR Santa  Fe 2775 local 21
Y EN
 Club Editorial Río Paraná (Catamarca 1427- local 12) ROSARIO

HOTEL BONITO intervención














GATO ALADO Y LUNA ROJA


(2014) 100 X 70, PASTEL SOBRE PAPEL

DDA texto en EL FLASHERITO DIARIO nº6


· escribí un texto para el nuevo número de El Flasherito Diario, que se puede conseguir en el Museo Nacional de Bellas Artes, en Purr y en Big Sur entre otros lugares.